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“Jerusalén en tiempos de Jesús” J. Jeremías pp.105-131



“Jerusalén en tiempos de Jesús” J. Jeremías pp.105-131.


El autor explora las distintas costumbres que existían en Jerusalén en los tiempos de Jesús, comienza analizando las distintas clases sociales y brindando ricos detalles culturales dentro de cada circulo social. 

Gracias a la clase alta más pudiente de la época, la Corte Romana, Jerusalén disfruto como una ciudad principesca, los lujos impuestos por Roma la hacían una ciudad modelo, se construían edificios suntuosos y cada cuatro años, Herodes organizaba festivales con magníficos espectáculos. Gracias a la riqueza de la corte, la población se hacía más sostenible, en ese entonces, el culto desplegaba un esplendor que nunca se había visto. Dentro del palacio, Herodes vivía con temor de sus propios súbditos, preocupado por su seguridad, se hizo de una tremenda guardia personal que lo protegía en todo momento, se sabe que las tropas eran tracias, germana y galas, solo estas últimas se cifraban en cuatrocientos hombres, en la servidumbre del palacio se encontraban los porteros, eran unas quinientas personas, lo conformaban en su mayoría esclavos, le seguían los libertos y los eunucos. Existían además otros grupos, cada uno enfocado en distintas labores con el fin de atender las necesidades de los funcionarios del palacio, en la corte misma, figura el secretario del rey, el tesorero, los diplomáticos Andrómaco y Gemello, los príncipes reales Alejandro y Aristóbulo, entre otros muchos otros oficiales de la cámara real los <<primos o amigos>> lo conformarían griegos sumamente distinguidos.

La ley permitía al rey la poligamia, Herodes tenía diez mujeres, solo Mariamne tuvo el título de reina. En el palacio también vivía la madre de Herodes y su hermana Salome, los niños solían ser criados por sus madres junto al harem del rey. Los gastos que salían del palacio eran legendarios, Josefo nos brinda algunos datos sobre los ingresos de los soberanos con los cuales cubrían sus cuantiosos gastos y calcula los ingresos de los herederos de Herodes, Antipas 200 talentos; Filipo 100 talentos; Arquelao 400 o 600 talentos, Salome 60 talentos en totalidad aportaba 760 a 960 talentos en impuestos, aunque lo fijan en más de 1000 talentos. Agripa I lo superaba con 12 millones de dracmas, pero ni Herodes con sus 1000 talentos ni Agripa I con sus 1200 podrían hacerle frente a todos sus gastos y eso que percibían además considerables fortunas privadas y otras posesiones adquiridas por sobornos, en el caso de Herodes, el emperador Augusto, le cedió las minas de cobre de Soli, Chipre. Este tipo de sobornos venían a tapar más de un agujero en las finanzas de los príncipes. 

La clase adinerada de Jerusalén se caracterizaba por sus grandes lujos, pequeños detallen dan a entender el despilfarro de dinero que ejercía esta clase. Dos hombres apuestan 400 denarios a quien sea capaz de provocar la colera de Hillel, cordoncillos de oro en los ramos con que celebraban el rito de la fiesta de los tabernáculos, los ricos tenían posesiones en el lado mas rustico de la zona, pero es en los banquetes en donde se nota más este fenómeno. En Jerusalén, el anfitrión que daba una recepción se distinguía por el número de sus invitados y por el buen servicio a sus huéspedes, contrataban cocineros de gran precio, el vino debía servirse en vaso de cristal, sin mezclarlo con agua, danzas, aplausos y distintos festejos acompañaban la fiesta. El invitado debía ser informado de los restantes comensales y debían ser informado el mismo día del banquete. En Jerusalén se invitaba al banquete pascual a los pobres. En ciertas ocasiones toda la población de Jerusalén era invitada; así paso cuando Marco Agripa visito Jerusalén y Arquelao a la muerte de su padre Herodes. También se permitía la poligamia a los judíos incluyendo al sacerdocio, pero debido a la carga financiera que significaba, se daba solo en estas clases privilegiadas. En estos círculos, cuando se casaban las hijas, se daban grandes sumas en dote, se habla de un dote de un millón de denarios de oro por la hija de Nicodemo ben Gorión y las exigencias de aquellas damas eran considerables. Tenían derecho a gastar la decima parte del dote. Entre las damas nobles de Jerusalén, tenían obligaciones relacionadas con su condición: “adormecer” a los condenados llevados al suplicio, por ende, hacían que les diesen de beber vino mezclado con incienso para estos efectos y se encargaban de la manutención de las mujeres que criaban sus hijos para el rito de la vaca roja. Lo más probable es que ellas fueron las que ofrecieron a Jesús antes de la crucifixión el vino mezclado con mirra (Me 15,23; Mt 27,34).

Para los representantes de la clase adinerada, Jerusalén era el punto de atracción del capital nacional de país, era el centro de la economía, grandes negociantes, terratenientes, recaudadores de impuestos y rentistas, algunos de los miembros del sanedrín pertenecen a este círculo, como el concejero Nicodemo; Cuando murió Jesús se dice que llevo cien libras romanas de mierra y aloe (Jn 19,39). La literatura rabínica confirma a negociantes de vino, aceite y madera, negociantes que forman parte del consejo entre el 66 y 70 d.C. Nicodemo era un gran comerciante de trigo, su casa era lujosa, tenia una beneficencia (no exenta de ambición) y se sabe de la destrucción de sus riquezas durante los disturbios que precedieron a la destrucción de Jerusalén en el invierno del 69 al 70, Josefo nos informa que el populacho incendio sus graneros de trigo y cebada. José de Arimatea (Mc 15:43), miembro del consejo, poseía al norte de la ciudad un huerto en un sepulcro familiar excavado en la roca (Jn 19:41). En la nobleza sacerdotal Ananías, el sacerdote jefe Sadoc y según la tradición los sumo sacerdotes Anás y Caifás vivían en la ciudad alta, este último vivía en una casa con espacio suficiente para una sesión extraordinaria del sanedrín y prestaba servicio a un gran número de criados. Según la tradición, en la casa de las familias sacerdotales reinaba un gran lujo. Existe una gran diferencia en los ingresos de la nobleza sacerdotal en comparación con la situación miserable de los simples sacerdotes. La nobleza sacerdotal estaba interesada especialmente en el tesoro del templo y se encargan de proveer plazas de tesoreros entre sus descendientes. Es posible que una parte de estas familias haya poseído propiedades, por ejemplo, Eliazar ben Jarsom, que tal vez pertenecía a la nobleza sacerdotal, heredo de su padre mil aldeas, mil naves y tenía tantos esclavos que estos no lo conocían. Hay que recordar también el comercio de animales para los sacrificios, del cual tal vez se ocupaba la familia del sumo sacerdote Anás. Se destaca un gran nepotismo en la adjudicación de los empleos mas lucrativos e influyentes del templo, como los de tesoreros y guardianes del mismo. Anás, hijo del sumo sacerdote Ananías, aparece en el año 52 d.C. Como jefe supremo del templo; por eso se llama jefe de los sacerdotes y en un rango jerárquico inferior al del sumo sacerdote, Eleazar, otro hijo de Ananías, ocupaba el mismo cargo en el año 66 d.C. Sobre los ingresos de los sacerdotes apenas se encuentra información. Josefo cuenta que en los años anteriores a la guerra judeo-romana del 66 d.C, los sacerdotes jefes, se atrevieron a enviar a sus esclavos a las eras para robar los diezmos que correspondían a los sacerdotes y así los sacerdotes que vivían de los diezmos murieron de hambre. 

En la clase media se destacan los comerciantes pequeños, artesanos independientes, no se encuentran relatos de gastos en gustosos adornos es por esto que era normal perforar las monedas y hacer con ellas adornos en la cabeza, pero se observa que estos círculos vivían mejor cuanto más se relacionaban con el templo y los peregrinos. Los empleados y obreros del templo estaban muy bien pagados. En la vida corriente la practica normal era no pagar diariamente el salario si no se pedía expresamente; este se pagaba dentro de las veinticuatro horas después de haber terminado el trabajo. En el templo la prescripción del AT (Dt 24:15), que ordenaba pagar el mismo día del trabajo se cumplía al pie de la letra. Había una prescripción que prohibía alquilar las casas de Jerusalén ya que era propiedad común de todo Israel, los mesoneros y hosteleros se dejaban las pieles de los animales ofrecidos en sacrificio, estos valían 16 a 20 denarios. La influencia de peregrinos constituía una importante fuente de ingresos, uno de los negocios era el comercio de víveres. Los sacrificios que el peregrino debía ofrecer, eran distintos según el objetivo de su peregrinación. En la fiesta de la pascua se sacrificaba un cordero pascual, también se hacían sacrificios voluntarios a esto se añadían las cuatro copas de vino, las hierbas amargas, la mermelada dulce y el pan ázimo. Mucho más importantes que estos gastos exigidos por los deberes culturales eran los gastos extraordinarios que los peregrinos hacían para su alimentación, era preciso regalarse copiosas comidas, como dice Josefo, Hay que añadir que esta especie de lujo no sólo estaba justificada, sino que en realidad era una obligación. Pues el dinero del segundo diezmo debía ser gastado en Jerusalén; según la Ley (Dt 14:26), debía ser empleado en ganado, bebidas fermentadas y en todo lo que se desease. Según eso, la Misná dice que el segundo diezmo debe ser empleado en comer, beber y perfumes; en «banquetear», dice Josefo. En caso de que las raciones pascuales fueran demasiado pequeñas, el sacrificio festivo se comía antes o después del banquete pascual. Frecuentemente se juntaban varios para comprar una víctima. Las familias de muchas bocas se veían obligadas a ofrecer sacrificios de comunión; por el contrario, la que tenia pocas bocas y era rica, podían ofrecer holocaustos. Era posible llevar parte del segundo diezmo en especie, peor lo normal era que se trajese en metálico y se gastase el dinero en Jerusalén. Se podía depositar este dinero en una casa de comidas, un tipo de tienda donde se vendían platos ya preparados. Otras industrias de Jerusalén ganaban también con los peregrinos. La donación de dinero al templo era libre. A los sacerdotes hay que clasificarlos en la clase media. Vivían dispersos por el país, distribuidos en veinticuatro secciones sacerdotales. Los que vivían en Jerusalén eran acomodados e instruidos. 

Debido a la carga de impuestos del estado y los muchos y pesados tributos para el culto y los sacerdotes, es muy poco probable que el pueblo haya pagado con regularidad estos últimos, se constatan tres grandes ingresos del sacerdocio: El sacerdote participaba de las víctimas, participaba de las primicias de los productos agrícolas y participaba del diezmos e los productos agrícolas, Se destaca por Josefo que el diezmo perteneciente a los levitas, según la prescripción mosaica (Nm 18:21-32), se entrega a los sacerdotes ya antes de estallar la guerra judeo-romana en el año 66 d.C. También la carta a los Hebreos testifica la existencia del diezmo a los sacerdotes (Heb 7,5), en el Talmud se sostiene que los diezmos se de a los levitas y no a los sacerdotes, esto es por consideraciones exegéticas sobre las prescripciones del AT; en el talmud se detalla que en la practica se entregaba a los sacerdotes. Está en discusión la causa del porque los levitas han sido castigados con la privación del diezmo. El sumo sacerdote Yojanán (Juan Hircano, 134-104 a.C), suprimió la declaración del diezmo; la explicación rabínica es exacta: se debió a que el diezmo ya no se pagaba a los levitas. Filón corrobora estos hechos, reconoce que junto al diezmo de los sacerdotes existe otro diezmo de los levitas, agrega que el diezmo sacerdotal aparte de los productos del suelo se extiende también ganado. Se constata en la historia el diezmo de los sacerdotes y queda por saber desde cuando se les quita a los levitas. La abolición de la declaración del diezmo es atribuida al R. Yojanán ben Zakkay (que nos lleva a las últimas décadas anteriores al 70 d. C.) y al sumo sacerdote Juan Hircano. Pero, además, amplios sectores del pueblo no entregaban como debían los impuestos para los sacerdotes; y muchos impuestos tal vez no se satisfacían de ninguna manera. La mayor parte de los sacerdotes vivían pobremente. Filón, para probar la excelencia de la Ley mosaica, describe con palabras cuidadas los grandes Ingresos de los sacerdotes. Pero tiene que reconocer, sin embargo, que los sacerdotes tendrían abundancia si todos pagasen reglamentariamente sus tributos, pero que la indiferencia de una parte del pueblo era la causa de la pobreza en que vivían los sacerdotes.

En la clase pobre, tenemos que distinguir entre aquellos que ganaban su sustento con el trabajo y los que vivían, en parte o totalmente, de las ayudas recibidas. De quienes ganaban su sustento con el trabajo, estaban los esclavos, en la economía rural no desempeñaron gran papel. Los jornaleros eran mucho más numerosos que los esclavos, ganaban por término medio un denario, incluida la comida. El pobre que vivía de la casa de palomas, cogía cada día cuatro tórtolas, de las cuales ofrecía diariamente dos en sacrificio, como el precio de una tórtola era 1/8 de denario, su ganancia diaria era de 1/4 de denario. Lo cual se consideraba un jornal bajo. Para un jornalero era catastrófico no encontrar trabajo, Hillel paso por eso en Jerusalén. Existe un segmento total y parcial de la población, de quienes viven de las ayudas recibidas, en primer lugar, están los escribas, tenían prohibido cobrar por su actividad, aunque con el tiempo se abolió esa prohibición. De los rabinos mencionados en el Talmud más de cien tenían un oficio, Hillel fue Jornalero, al menos durante sus estudios, el apóstol Pablo ejerció un oficio durante su actividad misionera (Hch 18:3), lo cual indica que había conservado la costumbre de ganarse la vida cuando era rabino en Jerusalén. R. Yojanán ben Zakkay, hasta el comienzo de sus estudios, ejerció el comercio. R. Eleazar ben Saco y Abbá Shaul ben Batnet, durante todo el tiempo de su enseñanza, tuvieron tiendas en Jerusalén. No era extraño que los escribas en el tiempo de Jesús, además de la explicación de la Ley, ejercieran un oficio, pero sobre todo, vivían de las ayudas recibidas. Según Franz Delitzsch, los doctores o los discípulos de los sabios, dependían de la libre gratitud de sus discípulos, de la inclusión en el diezmo de los pobres y, en ciertos casos, también de las ayudas de la caja del templo. 

Los doctores estaban libres de pagar impuestos y de preocuparse por el sustento, Jesús diría <<El trabajador merece que se le alimente>> (Lc 9,4; 10:7-8) y Pablo lo aplicaba al que enseña (Gál 6.6). Aunque no todos los que percibían ayuda eran personas intachables. Alejandro Janneo (103-76 a.C), en su lecho de muerte, previene a su esposa, contra los falsos devotos, los cuales exteriormente parecen fariseos, pero en realidad son hombres malos ávidos de lucro. Los fariseos, aceptaron sobornos de la mujer de Feroras, hermano de Herodes, el evangelio los califica de "amigos del dinero" (Lc 16:14) y reprocha a los escribas explotar a las viudas, explotación debida a que los escribas parásitos se aprovechaban de la hospitalidad de las personas económicamente modestas. Es dudoso que en Jerusalén haya habido muchos escribas ricos, aunque habían escribas que eran sacerdotes, que percibían ingresos fijos, también aquellos que ejercían una función en el templo; se les pagaba con los impuestos anuales del templo tales como que algunos doctores enseñaban a los sacerdotes las reglas de ejecución de los sacrificios; otro la ejecución reglamentaria de las ofrendas alimenticias. También eran pagado tres o cuatro doctores que eran jueces. Aun así, en su mayoría pertenecían a la clase pobre. 

Dos discípulos de Rabbán Gamaliel II, cuya ciencia era tan grande que «podían contar el número de gotas de agua del mar», no tenían un bocado de pan para comer ni un vestido que ponerse. El famoso doctor de la Ley R. Aqiba y su mujer tenían que dormir en invierno entre paja; y él no tenía bastante dinero para comprarle a su mujer un adorno. R. Yudá ben Elay, el doctor más frecuentemente citado en la Misná. no tiene más que una capa, que se ponían alternativamente él y su mujer cuando salían de casa; y seis de sus discípulos poseían una sola capa para cubrirse todos. Hillel cuando trabajaba como jornalero un día no encontró trabajo; por lo que no pudo pagar la entrada de estudios; pero a pesar de ser invierno, escuchó desde afuera por la ventana, donde fue encontrado medio helado, solo cuando se convirtió en maestro famoso y pudo llegar a tener en ocasiones ochenta alumnos es cuando le comenzó a ir mejor.

Escritor: Juan Pablo Bustos Sáez.
Casa de Estudios: Instituto Bíblico Nacional.
Profesor: Claudio Antonio Pizarro.
Ramo: Evangelios Sinópticos y Hechos.
Fecha de redacción: 10-08-2020

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