La “numismática”; el valor que tenían las diferentes moneas, judías, griegas y romanas del primer siglo.
Trabajo de Investigación N°5
El valor de las monedas,
judías, griegas y romanas del primer siglo
En la
época de JESÚS circulaban en Palestina principalmente tres tipos de monedas, las
romanas (imperiales); Las griegas (provinciales) y Las judías (locales, monedas
de cuenta, fabricadas en Cesarea). De todas ellas, el Nuevo Testamento menciona
únicamente siete, de las cuales tres son griegas (la dracma, el didracma y el
estáter) y cuatro romanas (el denario, el as, el cuadrante y el leptón o
blanca).
Las
tres monedas griegas figuran escasamente en los Evangelios.
La dracma
aparece sólo en la parábola de la mujer que tenía 10 dracmas y pierde una
(Lucas 15,8-10). No era difícil perder una moneda por esos tiempos, por cuanto
en una casa de campesinos, éstas eran oscuras, sin ventanas, y con un piso de
tierra irregular; si una moneda se caía al suelo, no resultaba sencillo
hallarla. Por dicho motivo la mujer de la parábola tuvo que “encender una
lámpara, barrer la casa, buscar cuidadosamente”, para encontrarla (v.8).
Además,
10 dracmas era lo que una muchacha solía llevar prendido como adorno en su velo
nupcial el día de su boda. Las jóvenes ahorraban por años para poder reunirlas;
y una vez casadas las guardaban como hoy alguien haría con su anillo de bodas.
Quizás fue una de estas monedas la que perdió la mujer. Así se explica su
desesperación por encontrarla. También el didracma y el estáter
se mencionan una sola vez, en el mismo episodio: cuando las autoridades
religiosas preguntan a Pedro si JESÚS pagaba el impuesto al Templo, que era de
un didracma (Mateo 17,24-27). Quizás sospechaban que el MAESTRO se negaba a
hacerlo; pero Pedro respondió que sí lo pagaba. Y cuando Pedro llegó su casa a
buscar el dinero y pagar por JESÚS, éste se le adelantó y le dijo: “¿Qué te
parece Simón, a quién cobran impuestos los reyes, a sus hijos o a los
extraños?” Pedro contestó: “A los extraños”. JESÚS entonces le dijo: “O sea que
los hijos están libres. Pero para que no escandalicemos, ve al mar, echa el
anzuelo, y al primer pez que saques ábrele la boca; hallarás allí un estáter
(que valía 2 didracmas); con él paga por mí y por ti”.
De las
cuatro monedas romanas, la que más veces se menciona en los
Evangelios es el denario. Aparece en la parábola de los trabajadores de la
viña, que cuenta cómo un hombre contrató a un grupo de obreros para trabajar en
su campo, y acordó en pagar a cada uno un denario (Mateo 20,1-16). Pero a la
hora de cobrar, algunos pretendieron más paga, a lo que el dueño de la viña se
negó, mostrándonos que para DIOS todos los servicios hechos con amor tienen el
mismo valor. Gracias a esta parábola, sabemos que el denario era el salario de
un día de trabajo de un obrero. También aparece en la primera multiplicación de
los panes, cuando JESÚS pide a sus discípulos que den de comer a la gente, y
éstos responden que necesitan unos 200 denarios para alimentar a los 5.000
hombres con sus mujeres y niños (Marcos 6,37; Juan 6,7). El denario vuelve a
mencionarse en la parábola de los dos deudores, en la que uno debía 500
denarios y el otro 50, y ambos son perdonados por su acreedor (Lucas 7,41).
Asimismo
figura en la parábola del buen samaritano, donde éste paga al dueño de la
posada 2 denarios para que el posadero cuide del herido (Lucas 10,35). Algunos
piensan que 2 denarios, en aquel tiempo podían haber servido para pagar un mes
de alojamiento, comida y atención de una persona. Si es así, los 2 denarios no
son un simple detalle en la historia, sino una clave de lectura: muestra hasta
dónde llegó el amor y la compasión del buen samaritano por el desconocido que
encontró tirado en el camino a Jericó.
El
denario es también la moneda que los fariseos le mostraron a JESÚS, cuando
quisieron tenderle una trampa y le preguntaron si era lícito o no pagar el
impuesto a Roma (Marcos 12,15). El denario tenía de un lado (anverso) la imagen
del emperador Tiberio, con la inscripción “Tiberio César Augusto hijo del
divino Augusto”, y del otro (reverso) la figura de la diosa Paz sentada. Cuando
se la enseñaron, JESÚS les preguntó. “¿De quién es la imagen y la inscripción?”
Le respondieron: “Del César”. Él entonces dijo su famosa frase: “Den al César
lo que es del César, y a DIOS lo que es de DIOS”. Finalmente, poco antes de su
pasión, durante una cena en Betania, una mujer derramó perfume muy caro sobre
la cabeza de JESÚS, y los presentes la criticaron diciendo que se podía haber
vendido por 300 denarios y dar el dinero a los pobres (Marcos 14,5). Si vimos
que con 200 denarios podía darse de comer a 5.000 hombres, el valor de este
perfume alcanzaba para pagar una cena... ¡a 7.500 personas! Aquella mujer se lo
dio a JESÚS justamente porque era lo más valioso que tenía.
La segunda
moneda romana que se menciona es el as. Equivalía a una 16ª parte del
denario. Sólo aparece en un sermón de JESÚS, cuando enseña a sus discípulos a
confiar en la providencia, y les dice: “¿No se venden acaso dos pajaritos por
un as? Y ni uno solo de ellos cae por tierra sin el Padre” (Mateo 10,29). El
Evangelio de Lucas transmite esta frase de una manera diferente: “¿No se venden
cinco pajaritos por dos ases? Y Dios no se olvida de ninguno de ellos” (Lucas
12,6). O sea, el precio era de dos pajaritos por un as; pero si el comprador
pagaba dos ases, en vez de cuatro le daban cinco pajaritos; el quinto iba de
regalo. ¡Cómo será de grande el amor de DIOS que cuida incluso del pajarito
gratis, aquél que va de regalo, aquél que según las cuentas humanas no tiene
valor alguno!...
La tercera
moneda romana nombrada es el cuadrante. Valía una 64ª parte del
denario. Se lo cita en el sermón de la montaña, cuando JESÚS dice: “Ponte de
acuerdo con tu enemigo rápido, mientras caminas a su lado; no sea que él te
entregue al juez, y el juez al alguacil, y te metan en la cárcel; de allí no
saldrás hasta que pagues el último cuadrante” (Mateo 5,26). Se trata de un
consejo muy práctico: recomienda evitar problemas mayores, solucionándolos
cuando aún son pequeños. A veces por no haberlos arreglado a tiempo, hemos
tenido que pagar un alto precio (el último cuadrante). Finalmente está el
leptón (griego) o blanca, la más insignificante de las monedas romanas: valía
una 128ª parte del denario. Aparece en la escena de la pobre viuda, que al dar
limosna en el Templo puso en la alcancía dos leptones (o leptas: vgr. plural)
(Marcos 12,42; Lucas 21,2). Nadie lo notó, sólo JESÚS, y les dijo a sus
discípulos: “la viuda dio más que todos los ricos, porque éstos dieron lo que
les sobraba, en cambio ella dio lo que le hacía falta para vivir”. La moneda
menos importante (para los hombres) se convirtió, para JESÚS, en la más valiosa
de todas.
Finalmente,
en la época de JESÚS había dos “monedas” que, aunque no estaban
acuñadas y no existían realmente, se las empleaba de manera teórica o simbólica
para indicar grandes cantidades de dinero. Una era el talento,
palabra que aludía a la antigua medida de peso. Se la usaba para indicar 6.000
denarios. (Más o menos como cuando nosotros decimos “un palo” para referirnos a
1.000.000 de pesos de los de antes). El talento aparece dos veces en los
Evangelios. La primera, en la parábola del rey que perdona a su siervo 10.000
talentos, y después éste no quiere perdonar a un compañero 100 denarios (Mateo
25,14-30). El centro de la parábola es la comparación entre ambas monedas. Los
10.000 talentos (unos 60 millones de denarios), eran una suma increíble, jamás
vista por judío alguno. Y superior al presupuesto de toda la provincia de
Judea. En cambio la deuda del compañero, 100 denarios, era ínfima: un
quinientosmilavo de la suya. Si se hubiera querido pagar ambas deudas, la de
100 denarios se podría haber contenido en el bolsillo; en cambio la de 10.000
talentos tendría que haber sido transportada por unas 8.600 personas, cada una
con una bolsa de monedas de unos 30 kilos de peso, que marchando a un metro de
distancia habrían formado una fila de casi 8 kilómetros. El contraste entre
ambas deudas es apabullante. Con lo cual JESÚS enseñó que si DIOS ha perdonado
nuestra deuda, más enorme que los 10.000 talentos, también nosotros debemos
perdonar a nuestros hermanos. La segunda mención está en la parábola de los
talentos (Mateo 25,14-30), en la que un propietario antes de viajar entrega a
uno de sus servidores 5 talentos, a otro 2 y a otro uno, según su capacidad. De
esta parábola deriva la actual palabra “talento”, que ya no significa “moneda”
sino “capacidad o aptitud para hacer algo”, porque se interpretó que estos
talentos dejados por el propietario simbolizan las diversas capacidades dadas
por DIOS a los hombres. La otra “moneda” usada para expresar
grandes cantidades era la mina. Equivalía a 100 dracmas, y sólo
aparece en la versión de Lucas de la parábola de los talentos (Lucas 19,13-25).
Como los lectores de Mateo eran de un nivel social más bien próspero y
acomodado, éste no tuvo problemas de mencionar al exorbitante talento. Pero
como Lucas escribe para lectores más bien pobres, prefirió cambiar la moneda
por la más modesta mina.
En
tiempos del Nuevo Testamento había en circulación no sólo monedas romanas, sino
también griegas, sirias y egipcias, que en algunos casos contaban con
imitaciones locales de valores variados. Hay grandes diferencias en las
estimaciones en cuanto al valor de dicho dinero en moneda corriente, y la
variación depende de lo que constituya la base de ese valor: oro, plata o poder
adquisitivo; además, el valor monetario de los metales preciosos varía
constantemente. La moneda mas común era el denario romano, una
moneda de plata que representaba el salario diario común de un obrero (Mt.
18:28; 20:2,9,10,13; 22: 19; Mr. 6:37; 12: 15; 14:5; Lc. 7:41; 10:35; 20:24;
In. 6:7; 12:5; Ap. 6:6) EI equivalente griego era la dracma,
mencionada sólo en Lc.15:8. Algunas dracmas acuñadas localmente tenían menos
valor. Las "dos dracmas" de Mt. 17:24 probablemente se acuñaban en
forma local y se utilizaban para pagar el impuesto del Templo. Las "piezas
de plata" a que se hace referencia en Mt. 26:15; 27:3,5,6,9, probablemente
eran tetradracmas, es decir, una moneda equivalente a cuatro
dracmas y que correspondía al siclo del Antiguo Testamento (Zac. 11:12,13).
Pero las monedas de plata que en Hch.19:19 se llaman “piezas de plata”,
probablemente eran dracmas griegas. EI estáter o estátero, era
una moneda de plata equivalente a cuatro dracmas griegas o un siclo, se
menciona en Mt. 17:27. Era la cantidad exacta de impuesto para dos personas, es
decir, el pago de Cristo y Pedro. Los estáteros de oro, no mencionados en la
BIBLlA, pesaban la mitad de un estátero de plata. EI áureo romano, una moneda
de oro, no se menciona en el N.T., excepto indirectamente como “oro2 en Mt.
10:9; muchas otras monedas se acuñaban en cobre o bronce. Una moneda a la que
se le llama “cobre” (griego: chalkos) en Mt. 10:9, y "dinero" en Mr.
6:8, probable mente era una pequeña moneda griega o romana de poco valor,
aproximadamente 1/32 de denario, es decir, la paga de quince minutos de trabajo
de un jornalero. Un cuadrante (Mt. 5:26; Mr. 12:42) no valía prácticamente nada
y era aproximadamente la mitad del valor del "cobre". Cuatro
cuadrantes hacían un cuarto (griego: assarius) (Mt. 10:29; Lc. 2:16),
aproximadamente 1/16 de denario. La blanca (griego: leptón), la moneda de menos
valor (Mr. 12. v.12:59; 21:2), era la mitad de un cuadrante y valía
aproximadamente 1/128 de denario. Las sumas de dinero se indicaban por “minas”
(griego: mna), que correspondían a 100 denarios, y por "talentos",
que equivalían a 6.000 denarios.
Bibliografía
Explicación del valor
referencial de la numismática del primer siglo
Explicación extensa de los
distintos pesos, tablas de equivalencia y significado de cada moneda de la
época
Explicación textual de la
numismática impuesta por los reyes y gobernadores de la época
12 monedas acuñada por reyes y
gobernadores de la época según descubrimiento hecho por un editor español
Profesor: Luis Herrera.
Alumno: Juan Bustos.
Ramo: Evangelios I.
Fecha de Redacción: miércoles, 19 de junio del 2019.